Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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100295
Legislatura: 1889-1890
Sesión: 1 de junio de 1890
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Marqués del Pazo de la Merced.
Número y páginas del Diario de Sesiones: 200, 4143-4145.
Tema: Política del Gabinete presidido por el Sr. Sagasta.

El Sr. Presidente del Consejo de Ministros (Sagasta): El Sr. Elduayen no pretendía discutir conmigo, porque dice que me quiere mucho. Si no me hubiera querido tanto, y hubiese pretendido discutir, no sé dónde hubiera ido a parar; porque, ¡cuidado que me ha dicho picardías! (Risas). El Sr. Elduayen es un pobre incauto, a quien yo engaño siempre, y dice que a los demás conservadores también, porque si han hecho muchas cosas ha sido porque yo les he sorprendido, y no he cumplido mis promesas; es decir, que los he engañado. ¡Ya quisiera yo tener habilidad para tanto! Pero desgraciadamente no es así, ni lo pretendo tampoco.

El Sr. Elduayen, que cuenta los hechos como le parece conveniente, supone que yo he ofrecido muchas cosas que después no he cumplido, y yo no he ofrecido jamás nada que no haya cumplido después; pero como SS. SS. creían que al Gobierno se le podía atajar en su camino con aquel proyecto que idearon los conservadores para engañarme a mí (y así como considero yo difícil engañar a S.S., no considero fácil que se me engañe a mí cuando no quiero dejarme engañar), dijeron: el Presidente del Consejo de Ministros ha dicho: ?no, la Regia prerrogativa está siempre en libertad, porque el partido liberal se compromete a votar los presupuestos sin discusión y en un día?; y dice el Sr. Elduayen: ?al ver la seguridad con que el Sr. Presidente del Consejo de Ministros hacía este ofrecimiento, le presentamos una fórmula y le dijimos: pues acepte usted esta fórmula: que sean los presupuestos del año pasado los que se discutan, y nosotros le ofrecemos votarlos en ocho días?. Dice que un Sr. Ministro inocente, como el Sr. Elduayen, cayó en la tentación de aceptar ese pensamiento del partido conservador; pero luego vine yo al banco, me enteré, y dije: ?eso no se acepta?, y que entonces cambiaron las cosas. Bueno es que SS. SS. me atribuyan iniciativas que otras veces me niegan, y que crean que en los Consejos de Ministros y en el Gobierno no pasa nada que yo no quiera que pase, ya que otras veces dicen que cada cual hace lo que quiere y que yo no me mezclo en nada. Cuando a SS. SS. interesa, ya ven cómo me mezclo. Lo que hay es, que en lo que [4143] no les interesa no sabe lo que hago, ni les importa saberlo.

Pues bien; nos queríais hacer pasar unos presupuestos que no nos convenían, que no había medio de que fueran aprobados, porque para ello existían hasta dificultades constitucionales, y porque además, una vez que no se trataba de que la Regia prerrogativa se ejercitase nombrando un Ministerio con el cual adquiriera ese compromiso en nombre del partido liberal, no había motivo para que los nuevos presupuestos no se discutieran con el espacio de otros, toda vez, que mi compromiso era única y exclusivamente para el caso en que la Reina hubiera estimado oportuno nombrar un Ministerio adversario. Para eso era mi compromiso; para lo demás, no. Después había tiempo de seguir discutiendo. Pero mientras la Reina no hiciera uso de su Regia prerrogativa, ¿por qué habíamos de apresurar los presupuestos?

Yo decía por otra parte a S.S. o a los que presentaban aquel pensamiento: no adelantamos nada con eso; porque si queréis discutir éstos en ocho días, ¿por qué no queréis discutir los del año que viene, y entonces habremos ganado dos años? Sus señorías se negaron a ello.

De manera que el argumento que me hacía S.S. de que no había cumplido mi compromiso, se lo puedo devolver a S.S. y al partido conservador. (El Sr. Marqués del Pazo de la Merced: Ha sido la mayoría la que ha discutido). Pero es que ya no estaba en el caso del compromiso, porque no se trataba de un Gobierno adversario que no pudiera gobernar por falta de legalidad, a cuyo único caso se limitaba mi compromiso, pero a nada más.

Su señoría después me ha dirigido muchos cargos, y como de cosa que le duele ha hablado de la imputación que supone que hice yo al partido conservador, que no la hice, porque jamás arrojaré al partido conservador el argumento que nos ha hecho el señor Duque de Tetuán, aun cuando luego ha rectificado algo. (El sR. Duque de Tetuán: Mantengo en absoluto cuanto he dicho). Entonces, ya ven SS. SS. (El Sr. Marqués del Pazo de la Merced: ¿Qué tenemos que ver nosotros con ceso?) No haré al partido conservador jamás el cargo que el Sr. Duque de Tetuán ha dirigido al partido liberal. (El Sr. Duque de Tetuán: No he dicho nada del partido liberal. ?El Sr. Ministro de la Gobernación: Ha aludido S.S. a los Ministros. ?El Sr. Duque de Tetuán: Contestaré a S.S., aun cuando sienta tener que molestar nuevamente al Senado. ?El Sr. Ministro de la Gobernación: Yo deseo que S.S. explique lo que ha querido decir al hablar de los Ministros). Señor Duque de Tetuán, cuando hombres honrados dicen que no, hay que creerlos, y aquí tiene S.S. a todos los Ministros que niegan en absoluto haber inspirado semejantes sueltos.

Pero en fin, a propósito de si yo había arrojado esa misma imputación al partido conservador, el señor Marqués del Pazo de la Merced ha venido a tratar de la cuestión de confianza y a decir que yo no quería plantearla, y que si había hecho ofrecimientos y no pensaba cumplirlos. No quiero plantearla cuando a SS. SS. se les antoje. (Risas. ?El Sr. Marqués del Pazo de la Merced: Me parece esa una buena razón de gobierno). ¡No faltaba más sino que hubiera de plantear cuestiones de confianza cuando a S.S. o a sus correligionarios se les antojara!

Por lo demás, yo sé cuándo he de plantear la cuestión de confianza y cuándo he de plantear una crisis, sin necesidad de que nadie me lo indique, porque lo he probado muchas veces; pero eso no quita para que crea que hoy, en estas circunstancias, en estos momentos, sería una grandísima inconveniencia; yo bien sé cuándo esas cuestiones se plantean; pero sé también que es una inconveniencia plantearlas cuando no pueden traer más que inconvenientes para las instituciones, para la paz pública y para los partidos. (Muy bien, muy bien).

Cuando no sucede eso; cuando, por el contrario, comprendo en mi conciencia de hombre honrado y de Ministro leal de la Corona que el plantear la crisis puede ser un bien para las instituciones y para el país, no necesito que nadie me excite. Y mucho menos lo he de hacer cuando lo quiera el partido conservador, que por lo que ha dicho el Sr. Elduayen hace mucho tiempo que lo está queriendo.

Que ellos plantearon una vez una cuestión de confianza. ¿Y qué? no era tan fácil la situación en que el Gobierno y el partido conservador se encontraba entonces; pero llevaban más de seis años en el poder, y presentaban un decreto en que se hablaba de continuar otros dos años; total ocho años y algo más. ¡Ya lo creo! ¡Valiente hazaña realizaba entonces el partido conservador!

Y ahora, porque lleva cuatro años y medio el partido liberal quiere que deje el poder. Todavía comprendería la impaciencia de S.S. cuando lleváramos el tiempo que SS. SS. gobernaron; ¡pero si todavía nos faltan cerca de dos años para estar en las mismas circunstancias!

Por lo demás, siguen SS. SS. siempre con la manía de querer defender la prerrogativa Regia, como si el partido liberal y el Gobierno fueran indiferentes a esa prerrogativa. No le hace falta a la prerrogativa Regia la defensa de S.S. ni la defensa del partido conservador; me felicito mucho de ver a ese partido tan dinástico, tan amante de la dinastía y de la Reina Regente, porque no hay nada que me pueda halagar a mí ni al partido liberal más, porque sabemos que la suerte de este país depende del porvenir y de la suerte de la dinastía. Pero, ¿para qué esos alardes? No hay necesidad de ellos; sin alardes ni exageraciones de ninguna especie, porque no están bien las exageraciones en los Gobiernos, que más perjudican que favorecen, no ha abandonado el Gobierno en ningún caso ni de ninguna manera la Regia prerrogativa, porque ni aun los artículos que ha leído el Sr. Duque de Tetuán atacan la Regia prerrogativa; lo que hacen es hablar de lo que no deben hablar.

Y después de todo, haya o no ataque a la Regia prerrogativa, ¿qué he de hacer yo más que lo que he hecho? ¡Pues si me lamenté de que el Sr. Duque de Tetuán se levantara a hablar de esos artículos para pedir al Gobierno explicaciones que el Gobierno no le podía dar! Porque ¿qué explicaciones va a dar el Gobierno de un artículo que suscribe un periódico de oposición? Yo podía haber contestado: ?eso pregúnteselo S.S. al director y redactores, que yo no tengo nada que ver con esos artículos?; y no me contenté con eso, sino que di a S.S. todo género de explicaciones, y todavía me lamenté de que, en lugar de levantarse a pedir explicaciones que el Gobierno no tiene que dar, porque repito no responde de lo que un periódico de oposición escriba, no se hubiera levantado a protestar contra esos artículos, como protestaba [4144] el Gobierno con toda energía. (El Sr. Duque de Tetuán: Protesté contra los inspiradores, contra los intrigantes). Pero protestó S.S. después que se le advirtió que no había protestado antes. (El Sr. Duque de Tetuán: No tenía que protestar; no era ésa misión; era exigir responsabilidad). ¿Pero responsabilidad al Gobierno por un artículo de oposición? (El Sr. Duque de Tetuán: De periódicos, como he dicho a S.S., subvencionados con el favor oficial). Ya le contestarán a S.S. esos periódicos la subvención que reciben. (El señor Duque de Tetuán: Y más si se les excita. ?El señor Ministro de la Gobernación: No es menester excitarlos). Yo le digo a S.S. que no se les da subvención ninguna, y que protesto contra eso. (El Sr. Duque de Tetuán: Ya le he dicho a S.S. de qué género es la subvención; no es una cosa de estar molestando al Senado repitiendo cien veces las afirmaciones).

Por lo visto habré subvencionado a La Época, contribuyendo a que haya sido electo Diputado el Sr. Escobar, su director. ¿Lo he subvencionado yo así? No he hecho nada para que venga o no Diputado, como no lo he hecho tampoco para que viniera o no ningún otro, ni he pensado si era el candidato redactor de éste o del otro periódico, ni si tenía éstas o las otras ideas. ¿A dónde vamos a parar si de esa manera se interpretaran las cosas y se les da esa aplicación?

Considere, pues, mi inocente amigo el Sr. Elduayen que el Gobierno no ha faltado a su deber abandonando ninguna prerrogativa Regia, y que no necesita de sus consejos y excitaciones para cumplir con su obligación dignamente (porque fuera de la dignidad aparece la adulación, y ni los Gobiernos ni nadie debe adular, pero los Gobiernos menos), y este Gobierno cumple con su deber, pero no adula jamás. He dicho. [4145]



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